jueves, 14 de mayo de 2015

Croquetas de salmón


Me encantan las croquetas caseras de hecho, si no son caseras no las como, hace años ya os expliqué en la receta de las croquetas de pollo, que desde que probé las de mi vecina en nuestra casa ya no han vuelto a entrar las croquetas congeladas.
Además me encantan porqué son un plato de aprovechamiento, esta vez las he hecho con le salmón que me ha sobrado de hacer el caldo de pescado.

Ingredientes:
200 grs. de salmón cocido (o fresco, en este caso lo coceremos previamente)
1 cebolla
200 ml. de leche caliente
1/2 taza de aceite
2 cucharadas soperas de harina
1 cucharadita de sal
una pizca de nuez moscada
1 huevo
Pan rayado

Preparación:
Desmenuzamos el salmón en trozos pequeñitos.
Picamos la cebolla también muy pequeña y ponemos al fuego una sartén con bastante aceite y cuando esté ligeramente caliente, añadimos la cebolla y una pizca de sal, y bajamos el fuego al mínimo.
Cuando la cebolla esté transparente, retiramos del fuego y con ayuda de un colador escurrimos el aceite sobrante.

En otra cacerola ponemos éste aceite y en el freímos las 2 cucharadas de harina, a continuación añadimos la leche, la sal y la nuez moscada y removemos sin parar con unas varillas durante unos 7 minutos.
Cuando la bechamel esté lista añadimos el salmó y la cebolla y dejamos cocer unos 5 minutos sin parar de mover con las varillas.
A continuación la pasamos a una fuente grande y la dejamos enfriar (yo la suelo dejar de un día para otro)

Para hacer las croquetas preparamos 3 platos, un plato con harina, otro plato con el pan rallado, y otro con el huevo batido.
Con ayuda de dos cucharas de sopa daremos forma a nuestras croquetas, (a mí me gustan pequeñitas, así que, no cojo mucha masa), a continuación pasaremos las porciones por harina las haremos rodar dentro del plato y las pasaremos al plato con el huevo rebozándolas bien por todas partes y por último las pasaremos por pan rallado y acabaremos de darles la forma.

Una vez hechas las freímos con abundante aceite y muy caliente. Les damos la vuelta según las veamos doradas, y las dejamos escurrir el exceso de aceite sobre un papel de cocina.

También las podemos congelar y salen ríquisimas, yo las pongo en bandejitas individuales sin que se toquen, para que no se peguen ni se chafen y una vez congeladas las paso a una bolsa.


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